Cuando Windows 7 empieza ya a ser, más que un cúmulo de promesas, una interesante realidad, toca echar la vista atrás y analizar no sólo las razones sino también las consecuencias del fracaso que ha supuesto DirectX 10
Tras el clamoroso fracaso que ha supuesto Windows Vista en el terreno de los sistemas operativos, con apenas el 20% de cuota de mercado total, Microsoft parece haber aprendido la lección y todo aquello que ha fallado en el sucesor lógico de Windows XP desde su lanzamiento -ahora hace más de dos años- se está empezando a corregir ya desde las primeras versiones beta del cada vez más cercano Windows 7, el sistema operativo que promete -y según los primeros análisis de la beta, demuestra- no sólo hacer gala del atractivo aspecto visual y de la interfaz de Vista, sino también del efectivo rendimiento del veterano XP.
Sin embargo, desde mi posición como jugón no puedo sino lamentar la ocasión que se ha perdido, por culpa de la política de Microsoft, de llevar los juegos de compatibles un paso más allá gracias a DirectX 10. Y es que la exclusividad de las librerías gráficas para Windows Vista, un sistema operativo que para nada ha alcanzado la cuota de mercado que hubiera permitido a DirectX 10 convertirse el pilar gráfico de la nueva generación, nos ha llevado a un escenario en el que las compañías no sólo no se han volcado con las posibilidades del nuevo Direct3D, sino que además, las pocas que lo han intentado han salido trasquiladas en el intento.
Echemos la vista atrás y preguntémonos: ¿qué nos ha dado, en dos años, DirectX 10? Apenas una veintena de juegos en los que, en la mayoría de los casos, el particular uso que han hecho de las API se ha visto limitado a algún que otro retoque gráfico, derivando del mismo modo a una bajada importante de la tasa de imágenes por segundo pese a disponer del hardware mínimo recomendado. En otras palabras: jugar a lo mismo sobre un sistema operativo que hasta hace unos meses (desde la aparición del Service Pack 1) no ha empezado a rendir como su predecesor, viéndolo prácticamente igual y, lo que es más alarmante, funcionando peor que el mismo título sostenido en DirectX 9.
Y es que, si bien es cierto que han aparecido excepciones de lujo como lo fue Crysis, un juegazo en el que realmente se apreciaba un salto gráfico importante entre lo que se veía jugando desde DirectX 9 y lo que se gozaba desde DirectX 10, también lo es que la línea «Games for Windows» ha estado poblada de juegos que han forzado el uso de las API con el único fin de poder etiquetar la caja del DVD con el elegante reclamo publicitario que supone anunciar susodicha compatibilidad. De hecho, se podrían dividir en dos grupos bien diferenciados: los que lo han implementado machacando el rendimiento del juego (Hellgate London) y los que apenas han experimentado mejoras visuales apreciables (Company of Heroes, Bioshock, Assassin’s Creed…). Hay incluso compañías que, después de que prometieran durante el desarrollo de sus juegos que estos iban a ser compatibles con DirectX 10, decidieron echar marcha atrás y priorizaron sus esfuerzos y recursos en mejorar otras facetas del juego (me vienen a la cabeza los casos de Epic con Unreal Tournament 3 y Funcom con Age of Conan, que justo ahora -casi un año después- empieza a «pelearse» con las librerías para encontrar un equilibrio en su cliente entre la espectacularidad gráfica que ofrece con DirectX 10 y el rendimiento mínimo necesario para que su MMORPG sea jugable).
Sin embargo, y como decía al principio, Microsoft ha aprendido de sus errores, y eso es bueno. El futuro DirectX 11 será, ahora sí, funcional ya no sólo en Windows 7 sino también en Vista, y además también será compatible con todas las tarjetas gráficas que durante estos últimos años han dado soporte total a DirectX 10 y DirectX 10.1. Esperemos que, gracias a esa rectificación en su política de exclusividades, de una vez por todas los usuarios de PC podamos disfrutar del espectáculo gráfico que tanto nuestros equipos como las API’s de DirectX son potencialmente capaces de ofrecernos. Creo firmemente que DirectX debe ser un reclamo para vender juegos, y no sistemas operativos.
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